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martes, 1 de noviembre de 2022

Y QUÉ TENEMOS QUE PENSAR?

 «¿Y qué debemos pensar? 

Porque si comenzamos a unir todas las instancias de violencia -las violaciones, abusos sexuales, las mutilaciones, los asesinatos, las masacres; si leemos sus novelas, poemas, posturas políticas y filosóficas y vemos lo que ellos piensan hoy de nosotras y lo que los inquisidores pensaban ayer de nosotras; si nos damos cuenta de que históricamente el ginocidio no es producto de un error, algún exceso accidental, algún terrible desliz, sino que es la consecuencia lógica de lo que ellos creen es nuestra naturaleza, sea divina o biológica; entonces debemos comprender, finalmente, que bajo el patriarcado, el ginocidio es la realidad continua de las vidas de las mujeres. Y entonces debemos acudir las unas a las otras -para encontrar el valor para soportarlo y para encontrar el valor para cambiarlo. La lucha de las mujeres, la lucha feminista, no es una lucha por más dinero por hora, o por igualdad de derechos bajo la ley de los hombres, o para que haya más mujeres legisladoras que operen dentro de los confines de la ley de los hombres. Todas esas son medidas de emergencia, creadas para salvar las vidas de las mujeres, tantas como sea posible, ahora, hoy. Pero estas reformas no harán desparecer la ola de ginocidio; estas reformas no pondrán fin a la violencia incansable perpetrada por la clase de género hombres en contra a de la clase de género mujeres. Estas reformas no detendrán la epidemia de violaciones en este país, que va en aumento, o la epidemia de mujeres golpeadas por sus maridos. No detendrán la esterilización de mujeres negras y de mujeres blancas pobres que son víctimas de médicos hombres que odian la carnalidad de las mujeres. Estas reformas no vaciarán las instituciones mentales repletas de mujeres que han sido puestas ahí por sus parientes hombres, que las odian por rebelarse en contra de los límites del rol femenino, ni tampoco vaciará las cárceles llenas de mujeres quienes, para sobrevivir, recurrieron a la prostitución; o quiénes, luego de ser violadas, mataron al violador; o quiénes, mientras eran golpeadas, mataron al hombre que las estaba matando. Estas reformas no harán que los hombres dejen de aprovecharse de la explotación de la labor doméstica de las mujeres, ni tampoco evitarán que los hombres refuercen la identidad masculina victimizando psicológicamente a las mujeres en sus llamadas relaciones “amorosas”.


Y ninguna acomodación personal dentro del sistema patriarcal va a detener este ginocidio incesante. Bajo el patriarcado, ninguna mujer está a salvo de vivir su vida, de amar, de ser madre. Bajo el patriarcado, cada mujer es una víctima, del pasado, presente y futuro. Bajo el patriarcado, la hija de cada mujer es una víctima, del pasado, presente y futuro. Bajo el patriarcado, el hijo de cada mujer es su potencial traidor y también, el inevitable violador y explotador de otra mujer.


Antes de que podamos vivir y amar, debemos reunirnos en revolucionaria sororidad. Eso significa que debemos dejar de apoyar a los hombres que nos oprimen; debemos rehusarnos a alimentarlos y vestirlos y limpiar por ellos; debemos rehusarnos a que tomen su sustento de nuestras vidas. Eso significa que tendremos que separarnos de la identidad que, como mujeres, hemos sido entrenadas a tener -que deberemos separarnos de todos los vestigios del masoquismo que nos han dicho es sinónimo con ser mujer. Eso significa que deberemos atacar y destruir cada institución, ley, filosofía, religión, costumbre y hábito de este patriarcado -este patriarcado que se alimenta de nuestra “sucia” sangre, que se erige sobre nuestra “trivial” labor.


Halloween es el día apropiado para prometernos dedicarnos a esta revolucionaria sororidad. Esta noche recordamos a nuestras muertas. Esta noche recordamos a esas nueve millones de mujeres que fueron asesinadas porque los hombres dijeron que eran carnales, maliciosas y retorcidas. Esta noche sabemos que ellas viven a través de nosotras.


Juntas, demos a esta noche un nuevo nombre: Noche de Brujas. Volvámosla una noche de luto: por todas las mujeres que son víctimas de ginocidio, de asesinato, en cárceles, instituciones mentales, violadas, esterilizadas en contra de su voluntad, brutalizadas. Y esta noche, consagremos nuestras vidas a desarrollar una sororidad revolucionaria -las estrategias políticas, las acciones feministas- que detendrán para siempre la devastadora violencia ejercida contra nosotras.»


- Andrea Dworkin -


Recordando a las Brujas 

(Del libro "Nuestra Sangre")

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